El mundo se desmorona y nosotros recordamos a Ruelas
Pues resulta que también en la ciudad de Guanajuato se estará de fiesta otra vez
Por: María Luisa Mendoza
23/06/2007
Pues resulta que también en la ciudad de Guanajuato se estará de fiesta otra vez y por siempre dada la celebración del XXXV Festival Internacional Cervantino, con sus clásicos Entremeses de nuestros amores y la cauda de especialistas de Don Quijote para esclarecer nuestros cerebros de las dudas y requerimientos sobre el loco maravilloso quien se ha vuelto como un tío cercano de esos gritando desde la entrada del zaguán : “¿No hay nadie en la casa?”, y la alegría estallando en carcajadas porque el tío de marras llegaba cargado de regalos para los grandes y los chicos y las alacenas desde ese día repletas de duraznos, membrillos y cuanta fruta se le ocurría al tío, iban a ser cocinadas para la conserva de todo el año. O los huacales de aguacates todavía verdes y que iban a dar al reposo entre la ropa limpia para su maduración… Así, Don Quijote se aposentó entre nosotros y de tal modo que muchos arrieros y mineros y abuelas regañonas empezaron a recordar cómo hablaban los antepasados y a repetir dichos y hechos que el dulce chiflado se dignó escribir en un lugar de La Mancha y nosotros a repetirlos porque así hablaban también las bisabuelas y las nanas Enedinas de todas nuestras casas.
Pero ahora no se trata nada más de volar como en un helicóptero por los andamiajes sagrados de los viajes imaginativos de Don Quijote, tantas veces burlado por habitantes de las cercanas colinas peladas de la casa del justo lector de novelas de caballería, sino que, con su venia, de rendir un homenaje a quien inventó —digo, es un decir— Los Entremeses y consiguió el milagro de unir en la realización a los guanajuatenses, lo nunca visto pues cualquier indagador de nosotros los topos, las tuzas y las ranas que somos, sabe muy bien cuán díscolos —digo, es un decir— somos en eso de ponernos de acuerdo, de sumarnos, de hacer bola como muéganos… Somos más bien solitarios, aunque parezcamos muy sociabilitos y fandangueros. Bueno, dije rendir pleitesía, dar un poco de lo merecible, a Enrique Ruelas Espinoza, el viajero frecuente de la capital de la República a la del estado, para ensayar sin agobio cada parte preciosa de los ya dichos Entremeses.
Para ello el doctor Luis Miguel Rionda y Laura Lozano se han propuesto publicar un libro de evocaciones de aquel entonces, escrito por investigadores y estudiosos y uno que otro traunsente (como diría Margarito Ledesma) de las escenificaciones vueltas en el tiempo actos de rigurosa repetición por naturales de esas tierras y gente asidua al turismo. Todo esto avalado por la Fundación Cervantista Enrique y Alicia Ruelas A.C. Por cierto, doña Alicia fue la compañera eterna del trabajo de Enrique, era suave, conciliadora y la perfecta respaldante del trabajo arduo del marido. Por supuesto, no concibo otra forma de ser la esposa de alguien, es la antigua secular fórmula de los casados en casa de dos, y Alicia cumplió ese cometido tronara o diluviara.
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